En 1965, como parte del Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica publicó una largamente esperada declaración titulada Nostra Aetate, ofreciendo un nuevo acercamiento a la cuestión de la responsabilidad judía por la crucifixión de Jesús. El documento argumentó que los judíos del mundo moderno no podían ser tomados como responsables por la crucifixión de Jesús y que no todos los judíos vivos en la época de la crucifixión eran culpables del crimen. Esto fue un notable paso adelante en la historia de las actitudes cristianas alrededor de Jesús, dado que la culpa judía por la muerte de Jesús ha sido un eje del antisemitismo cristiano.
Sin embargo, muchos judíos quedaron decepcionados. Habían esperado que la Iglesia pudiera decir que no habían jugado en realidad ningún papel en la muerte de Jesús.
Los judíos carecían de un motivo para matar a Jesús
De hecho, de acuerdo a la mayoría de los historiadores, sería más lógico culpar a los romanos por la muerte de Jesús. La crucifixión era un castigo tradicional entre los romanos, no entre los judíos. En la época de la muerte de Jesús, los romanos imponían una severa y brutal ocupación sobre la Tierra de Israel, y los judíos eran rebeldes de vez en cuando. Los romanos habrían tenido una razón para querer silenciar a Jesús, que era llamado por algunos de sus seguidores “Rey de los Judíos”, y era conocido como un advenedizo judío hacedor de milagros.
Los judíos, por otra parte, carecían de un motivo para matar a Jesús. Las diferentes facciones de la comunidad judía en la época (Fariseos, Saduceos, Esenios, y otros) tenían muchos desacuerdos entre ellos, pero eso no llevó a ninguno de los grupos a planear la ejecución de los líderes de otros grupos presuntamente herejes. Por ello, es poco probable que hicieran de Jesús un objetivo.
Pero la creencia de que los judíos mataron a Jesús ha sido encontrada en la literatura fundacional cristiana desde los primeros días del movimiento de Jesús, y no sería abandonada fácilmente debido sólo a argumentos de historiadores.
El relato del Nuevo Testamento.
En las cartas de Pablo, que son vistas por los historiadores como los trabajos más antiguos del Nuevo Testamento (escritos 10 o 20 años después de la muerte de Jesús), Pablo menciona, casi de pasada, “los judíos mataron al Señor, Jesús” (I Tesalonicenses 2:14-15). Aunque probablemente no era central para Pablo en el entendimiento de la vida y muerte de Jesús, la idea de que los judíos cargan de manera primordial con la responsabilidad por la muerte de Jesús, figura de manera más relevante en los cuatro evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, que tienen relatos ligeramente diferentes de la vida de Jesús.
Mateo, el evangelio mejor conocido, describe el injusto juicio de Jesús organizado y presidido por el sumo sacerdote judío, que busca por todos los rincones para encontrar a cualquiera que testifique en contra de Jesús. Eventualmente, el sumo sacerdote concluye que Jesús es culpable de blasfemia y pregunta al consejo judío cuál debe ser la pena. “’Merece la muerte’, le contestaron. Entonces algunos le escupieron en el rostro y le dieron puñetazos.” (Mateo 26:57- 68). La descripción de Mateo del sufrimiento y muerte de Jesús en la cruz (llamada por los cristianos como la “pasión” de Jesús) se ha vuelto la base de muchos libros, obras, y composiciones musicales a lo largo de los años, y es notoria en la liturgia cristiana, particularmente en la Pascua cristiana.
Todos los cuatro evangelios sugieren, implícita o explícitamente, que debido a que los judíos no tenían permitido castigar a otros judíos que eran culpables de blasfemia, tenían que convencer a los reticentes romanos para matar a Jesús. Poncio Pilato, el gobernador romano de Judea, es descrito fundamentalmente como compasivo hacia Jesús pero incapaz de resistir a la presión de los judíos que pedían por la ejecución de Jesús. Esta idea es expresada más claramente en el evangelio de Juan: “Entonces les dijo Pilato: ‘Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie’” (Juan 18:31).
En el más controvertido versículo de todas las narrativas de la pasión, los miembros reunidos de la comunidad judía le dicen a Pilato, “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mateo 27:25). Esta es la fuente para la creencia cristiana de que las generaciones posteriores de judíos eran también culpables de deicidio, el crimen de matar a Dios.
Los Padres de la Iglesia y en adelante.
En los escritos de los Padres de la Iglesia, los teólogos cristianos acreditados después del periodo del Nuevo Testamento, esta acusación aparece incluso con más claridad y fuerza. Uno de los Padres de la Iglesia, Justino Mártir (de mediados del siglo II), explica a su interlocutor judío por qué los judíos han sufrido exilio y la destrucción de su Templo: estas “tribulaciones fueron justamente impuestas en ustedes desde que mataron al Único” (Diálogo con Trifón, capítulo 16).
A lo largo de la época clásica y medieval, este tema es encontrado en la literatura y el drama cristiano. Por ejemplo, en un drama religioso del siglo XII, titulado “El Misterio de Adán”, el rey bíblico Salomón se dirige a los judíos, profetizando que, eventualmente, ellos matarán al hijo de Dios. Esta es una traducción rimada al español del original en francés normando y latin:
Este dicho deberá ser verificado
cuando el mismo hijo de Dios por nosotros haya muerto
los maestros de la ley (es decir, los Fariseos o rabinos) serán
los que lo asesinen de la manera más injusta;
contra toda justicia, toda creencia,
lo crucificarán, como a un ladrón.
Pero perderán su asiento señorial,
quienes lo envidian, y toda súplica.
Muy abajo caerán desde lo más alto,
bien tengan por lamentar su triste apuro (Traducción desde la versión en inglés de Disputa y Diálogo de Frank Talmage)
Incluso en la época moderna, las obras sobre la pasión, grandes producciones teatrales al aire libre que escenifican el final de la vida de Jesús, a veces con cientos de actores, han continuado perpetuando esta idea.
En el Talmud
Interesantemente, la idea de que los judíos mataron a Jesús es también encontrada en la literatura religiosa judía. En el tratado Sahnedrin del Talmud Babilónico, en el folio 43a, una beraita (una enseñanza anterior al año 200 EC) afirma que Jesús fue llevado a muerte por una corte judía por los crimenes de hechicería y sedición. (En textos estándares del Talmud de Europa del Este, o en textos Americanos que simplemente fueron copiados de aquellos, hay un espacio en blanco cerca del fondo de ese folio, debido a que un texto potencialmente ofensivo fue removido. La censura quizá haya sido interna, para autoprotección, o quizá haya sido impuesta sobre los judíos por las autoridades cristianas. En muchas nuevas ediciones del Talmud este pasaje ha sido restaurado). La declaración del Talmud ahí de que el evento ocurrió en la víspera de Pésaj, es consistente con la cronología del evangelio de Juan. En el relato talmúdico, los romanos no juegan ningún papel en su muerte.
En la literatura folclórica judía, tal como la grosera biografía judía de Jesús, Toledot Yeshu (que quizá corresponda al siglo IV), la responsabilidad por la muerte de Jesús es también asignada a los judíos. Es probable que hasta el siglo XIX, los judíos en la Europa cristiana creyeran que sus ancestros habían matado a Jesús.
Desde el primer siglo hasta el XIX, el nivel de tensión entre judíos y cristianos era tal, que ambos grupos encontraron creíble la afirmación de que los judíos habían matado a Jesús. Afortunadamente, en nuestro mundo se escucha de manera menos frecuente. Pero no deberíamos sorprendernos si persiste entre la gente que toma las historias del Nuevo Testamento (o en el Talmud) como fuentes históricas confiables.
To read this article, “Who Killed Jesus?” in English, click here.
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